Yolanda Vaccaro sobre el Pequeño Nicolás en El Comercio
La increíble historia del “Pequeño Nicolás”
Un joven de 20 años pone en solfa la seguridad del Gobierno y hasta de la Casa Real entre la fabulación y el extraño padrinazgo de políticos y empresarios. Acusado de estafa, falsificación y usurpación de funciones, espera juicio acudiendo como invitado estrella en la televisión
YOLANDA VACCARO
Corresponsal
MADRID.
A mediados de octubre pasado una noticia extravagante encabezaba los titulares de los medios de comunicación españoles. Un joven de 20 años de edad había sido detenido tras haberse hecho pasar, supuestamente, por agente del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), miembro del gabinete de la Vicepresidencia del Gobierno y hasta enlace entre el Gobierno y la Casa Real. Francisco Nicolás Gómez Iglesias, bautizado por la prensa como “Pequeño Nicolás”, un chico con cara de no haber roto un plato en su vida, ha puesto en solfa la seguridad de entidades del nivel de las descritas durante buen tiempo. La noticia venía ilustrada con imágenes de su página de Facebook en las que sale codeándose con el ex presidente José María Aznar, la alcaldesa de Madrid, Ana Botella, el Secretario de Estado de Comercio, Jaime García-Legaz y hasta con el rey Felipe VI. La imagen destacada fue una foto en la que Nicolás saludaba al monarca nada más y nada menos que en la ceremonia celebrada en el Palacio Real tras la coronación del nuevo rey, en junio pasado. Tras una serie de acusaciones encontradas, hace poco se supo que el joven entró a la celebración haciéndose pasar por un invitado que no había podido asistir. Ayudado, eso sí, por alguien de la propia Casa Real, según dicen.
Y es que lo que parece un caso de un joven alucinado que embaucó a medio mundo parece también un caso en el que conocidos políticos y empresarios cayeron en las redes de un jovenzuelo que explotó su lado más vanidoso y/o codicioso. No son conclusiones excluyentes sino, en este caso, necesariamente complementarias.
Falsificó folders con los logos de la Casa Real y del Gobierno
El 16 de octubre miembros de paisano de la Policía Nacional detuvieron a Nicolás. Lo hicieron tras varios días de seguimiento. El Secretario de Estado de Seguridad había dado el aviso a la Policía tras recibir una carta de la Vicepresidencia del Gobierno alertando de que el susodicho llevaba meses haciéndose pasar por miembro del gabinete de la Vicepresidenta. Durante unos días los agentes comprobaron que el joven se reunía con el empresario Javier Martínez de Lahidalga y que pasó varias horas en una sucursal del “WorkCenter”, tienda dedicada a las fotocopias, los escaneos y el material de oficina. Allí Nicolás había escaneado e impreso folders con los logotipos del Gobierno Español, de la Casa Real y del CNI que llevaba cuando fue arrestado. Martínez de Lahidalga accedió a contar a los agentes que Nicolás le había prometido interceder para arreglar unos asuntos financieros ante entidades del Gobierno, y el empresario le había entregado 25.000 euros porque, dijo, el joven le había dicho que pronto le intervendrían sus cuentas bancarias y era más seguro que él guardara el dinero. Al parecer Nicolás ya había logrado estafar a otros empresarios.
Se mire por donde se mire todo parece fruto de una mente francamente megalómana pero que también supo encandilar a personas de alto copete. A sus 20 años Nicolás demuestra una seguridad pasmosa al hablar de sus correrías como si fueran auténticas labores de Estado. Solo ha tenido que ceder ante la evidencia y ha admitido públicamente que él confeccionó los citados folders pero afirmando que eran para su “uso personal y en casa” cuando lo cierto es que los llevaba en sus reuniones con empresarios como Martínez de Lahidalga.
El padrino fagocitado
En los dos días que estuvo detenido el joven declaró que trabajaba de forma “no oficial” en la Secretaría de Estado de Comercio y que su labor consistía en asistir a reuniones con empresarios “para buscar soluciones” a los problemas de estos. A cambio, dijo, recibía entradas para conciertos y eventos deportivos.
Durante estos meses la prensa ha divulgado mensajes telefónicos intercambiados entre Nicolás y Jaime García-Legaz, Secretario de Estado de Comercio, que demuestran que, en efecto, Nicolás concertó citas entre el alto funcionario y empresarios de países como China o Guinea Ecuatorial que querían invertir en España. Reuniones que, al parecer, quedaron en nada pero que no dejan de levantar interrogantes. Precisamente García-Legaz ha sido acusado de ser la persona que abrió al “Pequeño Nicolás” las puertas de FAES, el “think tank” del Partido Popular (PP), la entidad desde la que el joven, desde los 16 años de edad, empezó a acceder a reuniones de las altas esferas políticas y empresariales. Los mensajes telefónicos contienen también frases subidas de tono que traslucirían que el joven presentaba mujeres al alto funcionario. García-Legaz ha emitido comunicados negando su vinculación con el joven más allá de haberlo tratado como a cualquier otro simpatizante de FAES y del PP. Al parecer el Gobierno no lo deja dimitir porque ello equivaldría a aceptar responsabilidades en un caso que no parece tener límites.
La curiosa nueva estrella
Nicolás cursa a paso lento estudios de Derecho en una universidad privada. Vive entre los domicilios de sus padres y de su abuela, personas de clase media. Acude a lujosos restaurantes y discotecas –al parecer por invitaciones- y, hasta antes de su fama era un habitual del palco de honor del Estadio Santiago Bernabeu, invitado por amigos como el Secretario de Estado de Comercio o el Presidente de los empresarios madrileños, Arturo Fernández.
Desde su detención dejó de salir de juerga pero el fin de semana pasado levantó la veda acudiendo a una conocida discoteca madrileña. Cuenta el diario El Mundo que allí fue recibido como una estrella, pasó a la sala vip y muchísimas clientas del local pugnaron por tomarse fotos con él. Dice la prensa que lo paran por la calle para felicitarlo por haber puesto en jaque a un Gobierno al que se le achacan demasiados escándalos de corrupción en plena crisis económica. Dicen que hasta Cristiano Ronaldo le tiene simpatía.
El “pequeño Nicolás” recibe los beneplácitos con la misma cara inexpresiva con la que cuenta que es espía encubierto. Tal vez la sonrisa le es esquiva porque sabe que, acusado de los delitos de usurpación de funciones públicas, falsificación documental y estafa, en pocos meses tendrá que sentarse en el banquillo de los acusados. Veremos entonces si es verdad, como ha dado a entender, que guarda secretos inconfesables de miembros de las altas esferas políticas y económicas.
“Intercedió” para que no se impute a la infanta Cristina
En sus declaraciones ante la policía y, posteriormente, en sendos programas de televisión, a Nicolás no se le ha movido una ceja al afirmar que entre sus gestiones estuvo su supuesta “intermediación” para pedir al sindicato Manos Limpias que retire la acusación popular que mantiene contra la infanta Cristina de Borbón. Acusación que, por cierto, no ha sido retirada y ha sido una de las causas de que esta semana el juez del caso decidiera que la hermana del rey Felipe VI será juzgada por evasión fiscal.
El joven tampoco se cansa de asegurar que medió para paliar la situación del ex presidente de la Cataluña, Jordi Pujol, acusado de embolsarse fraudulentamente 18.000 millones de euros en tres décadas de gobierno regional.
Fantasías aparte, también hay aún muchos cabos sueltos como el de la ocasión en la que Nicolás se reunió con un poderoso empresario en Galicia, región a la que viajó en un automóvil oficial del Ayuntamiento de Madrid. Nicolás había asegurado al empresario en cuestión que a la cita acudiría el propio rey Juan Carlos. El rey, claro, nunca estuvo por allí pero hasta ahora nadie explica por qué Nicolás gozó del servicio del mencionado automóvil oficial.
En las últimas semanas todo el que aparece citado en este sainete hace lo posible por desvincularse del “pequeño Nicolás”, apodo basado en el niño protagonista de unos cuentos infantiles del escritor francés Jean-Jacques Sempé. El caso es que en poco más de dos meses los nombres de altos funcionarios públicos y empresarios desfilan por esta historia hilarante o indignante, según se vea.