Peruanos frente al coronavirus en España en El Comercio
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Reacciones en España ante el coronavirus: desde el miedo hasta las nuevas oportunidades del trabajo online
YOLANDA VACCARO
Corresponsal
MADRID.
Nada de tranquilidad transmiten las imágenes de médicos y enfermeras mostrando ante las cámaras de televisión cómo usan bolsas de basura a modo de las necesarias batas. Porque no hay batas impermeables suficientes ante la crisis del nuevo coronavirus, el COVID19. Tampoco hay mascarillas, ni guantes. Si estos materiales escasean para los profesionales de la salud, es fácil deducir que el resto de la población está mucho peor. La crisis del coronavirus ha pillado a los españoles demasiado confiados en las capacidades de su envidiable sistema público de salud. A una semana de decretado el estado de alarma ante el virus, no se sabe cuántos infectados hay porque que no hay tests suficientes; a las personas con “síntomas leves” se les dice que permanezcan aisladas en sus casas “hasta que se pase”, que en la mayoría de los casos “no pasa nada”. Lo último es que la Comunidad de Madrid, que concentra a más de la mitad de los miles de contagiados, ha enviado un “kit de autodiagnóstico”: un documento en PDF con preguntas para que uno mismo responda y deduzca si tiene coronavirus; si es positivo, lo mismo: quédate en casa para que no contagies a otros y hasta que se te pase. Parecería un chiste pero suena amargo en las actuales circunstancias, con una persona muriendo cada 16 minutos en Madrid. Al cierre de este reportaje, España registraba 767 muertes y 17.147 contagios contando solo a los diagnosticados como corresponde, lo que significa que son muchos más.
Las medidas gubernamentales, pues, han llegado tarde y parecen insuficientes. Desde hace dos semanas están cerrados todos los centros educativos, desde guarderías hasta universidades y, desde el sábado pasado, permanecen cerrados todos los restaurantes, bares, tiendas y centros comerciales. Pero siguen abiertas las farmacias y los comercios que dispensan alimentos y otros productos de primera necesidad, incluidos los informáticos y electrónicos. Y, aunque se conmina a permanecer en casa, hay demasiadas excepciones: quienes tienen que ir a ver a ancianos, discapacitados y menores; quienes tienen que ir a comprar medicamentos, alimentos y otros productos de primera necesidad y, sobre todo, todos quienes tienene que ir a trabajar, sin discriminación por sectores. Si las empresas no han habilitado medios telemáticos de trabajo o si el trabajo no se puede realizar por esta vía, las personas que no van a trabajar son despedidas.
Omar Kuan, peruano con coronavirus: “Me dieron un papel donde dice que padezco de COVID19 pero el único tratamiento es aislarme en casa por catorce días, y tomar paracetamol”
En este marco tenemos el caso del peruano Omar Kuan Lambruschini, residente en Madrid, donde trabaja como barman en el restaurante de comida peruana Quispe, ahora cerrado, como todos los restaurantes. El viernes pasado empezó a sentirse mal, con la garganta muy seca, y llegando a tener 39.8 de fiebre. Acudió a su doctora de cabecera de la Seguridad Social, quien lo derivó al hospital Fundación Jiménez Díaz, donde no le hicieron prueba alguna pero le dijeron que seguramente padecía el coronavirus. Nos cuenta vía telefónica: “Me dieron un papel donde dice que padezco de COVID19 y el único tratamiento es irme a mi casa, aislarme allí por catorce días, y tomar paracetamol. Me dijeron que no me hacían el test porque su protocolo es solo hacerlo a quienes tienen pautas para ser hospitalizados: mayores de 65 años. A pesar de que yo tengo una condición coronaria. Me parece todo muy mal”. Omar hace lo que puede en su domicilio, donde vive con su esposa y el bebé del matrimonio. “Tengo miedo de contagiarlos”, precisa. Pero añade que, felizmente, con el paso de los días cree ir sintiéndose mejor.
María Eugenia Cervantes, odontóloga: atendiendo urgencias sin recibir elementos de protección
María Eugenia Cervantes, odontóloga peruana propietaria de dos clínicas dentales en Madrid, se ve atrapada entre varios frentes. Los decretos por el coronavirus la obligan a atender a sus pacientes pero no dan a los odontólogos “medida alguna de protección”. Indica: “Hemos cerrado la atención en las clínicas pero atendemos a todas las urgencias abriendo puntualmente las clínicas o a domicilio. Obviamente los dentistas no podemos atender a un metro de distancia y, por la naturaleza de nuestro trabajo, tenemos que ir al foco del contagio, la boca. Y nadie nos facilita ni hay dónde comprar mascarillas, guantes, batas impermeables. Tenemos mucho miedo. La Seguridad Social nos obliga sin darnos medios para que la gente con urgencias dentales no vaya a los hospitales”. Cervantes, encima, sigue pagando los sueldos de sus 20 empleados sin contar apenas con ingresos desde la vigencia del estado de alarma.
Gustavo Salazar, ginecólogo peruano: “Ya estamos atendiendo a las primeras gestantes con el virus”
Gustavo Salazar, médico ginecólogo peruano, esposo de María Cervantes, trabaja en el hospital privado San Rafael. A diferencia de lo que ocurre en la sanidad pública, en el sector privado sí cuentan con mascarillas y el resto de materiales de prevención, aunque también empiezan a sufrir restricciones. Tiene más pacientes que nunca: “El hospital ha incrementado sus servicios porque los hospitales públicos están saturados, cada vez más pacientes sospechosos. Ya estamos viendo a las primeras gestantes infectadas por el virus. Felizmente, no transmiten el virus a los fetos. El hospital ya está habilitado por si algún hospital público nos deriva a algún paciente porque tenemos capacidad por el momento. Nosotros sí tenemos suficiente material de protección aunque esto está restringido, solo se entrega a médicos internistas y de urgencias”.
Gustavo nos cuenta que está ayudando vía telemática a cuatro compatriotas diagnosticados con coronavirus que están en sus casas aislados. “Nos van contando sus síntomas para darles recomendaciones y, si empeoran, decirles que vayan a un hospital. No los han hospitalizado porque tienen entre 35 y 45 años”, señala.
Malena Francia: Tiempo para reflexionar “y ponernos en sintonía con nosotros mismos”
Malena Francia, también peruana, es responsable de un centro de desarrollo de nuevas empresas en Villaverde, dependiente del Ayuntamiento de Madrid. Ella, como todos los empleados del municipio madrileño, trabajan desde casa desde antes del decreto de alarma. A pesar de estar preocupada porque una persona que acudió a su centro de trabajo antes del cierre ha sido diagnosticada con el virus, Malena ve positivo el aislamiento social, frente a lo que manifiestan sentir miles de españoles que, a través de redes sociales, expresan miedo, tedio y hasta desesperación en esta situación. Malena apunta que este aislamiento “se vive dependiendo del carácter de cada persona. Yo estoy tranquila y nos viene bien la reflexión en este momentos, en este tiempo de tranquilidad podemos acumular fuerza física y mental, ponernos en sintonía con nosotros mismos”.
Ainhoa Uribe, Ainhoa Uribe, Vicerrectora Adjunta de Internacionalización y Transformación Digital: “Hemos encontrado nuevas posibilidades de negocio online”
Mientras miles de empresarios y trabajadores ven cómo sus negocios y puestos de trabajo peligran ante el cierre forzoso y sin fecha de reanudación, hay quienes sacan partido sabiamente de la situación, haciendo de la necesidad virtud, como se dice en España. Es el caso del grupo educativo CEU, que posee tres universidades, dos escuelas de negocios y diez colegios en el país, con 33.000 alumnos. Ainhoa Uribe, Vicerrectora Adjunta de Internacionalización y Transformación Digital , precisa que antes de que se decretara el cierre de los centros de enseñanza, CEU repartió computadoras, tabletas y celulares, y dio cursos acelerados a todos sus profesores para que sean capaces de mantener sus clases, exámenes y toda la operativa educativa en marcha, dure lo que dure cualquier confinamiento. Así que “ningún estudiante CEU está perdiendo clase”, indica. “Hemos creado una red de embajadores digitales con profesores más tecnológicos que están ayudando a los otros compañeros por teléfono. Dejamos las clases grabadas para los alumnos internacionales que han regresado a sus casas, por la diferencia horaria. Cada día monitorizamos a todos, pasamos listas, recibimos muchas felicitaciones de padres y alumnos”. Es más, manifiesta: “Somos más comunidad digital que antes, de los grandes problemas a veces se sacan ideas y oportunidades que van a durar. Con esto hemos encontrado nuevas posibilidades de negocio. Además, estamos tan ocupados y con tanta ayuda entre nosotros que no tenemos esa sensación de soledad que tienen otros amigos o familiares”.