Yolanda Vaccaro: Sobre los trajes de Camps y el caso Gürtel. ¿Regalos o sobornos?
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Caso Gürtel
ESPECIAL. LA ÉTICA EN LA POLÍTICA
¿Regalos o sobornos?
En Europa hay países, como Dinamarca, con tolerancia cero frente a los regalos para funcionarios. Otros los permiten abiertamente
Por: Yolanda Vaccaro Corresponsal
MADRID. ¿Es legítimo que los altos cargos y funcionarios públicos reciban regalos por parte de empresas y ciudadanos? ¿Cuándo hablamos de regalos y cuándo de sobornos? Muchas veces estas situaciones no están reguladas legalmente. Pero la legitimidad y la imagen pueden tener tanto o mayor peso que las leyes frente a la sociedad. Más aun cuando los oferentes son personas o entidades que postulan para conseguir contratos del sector público.
El Banco Mundial señala que en el 2009, de 175 países analizados solo 109 obligan a sus parlamentarios a presentar una declaración patrimonial. De ellos, únicamente 63 países ponen estas declaraciones a disposición del público. Falta transparencia y, sobre todo, autorregulación.
DE FRANCIA A DINAMARCA
En Europa hay casos para todos los gustos. El presidente de la República Francesa, Nicolas Sarkozy, en sus vacaciones usa sin reparos el avión privado y el yate del multimillonario Vincent Bolloré. Rachida Dati, su popular ministra de Justicia, viste gratis a cargo de Christian Dior con modelos valorados en unos 15.000 euros. Pero no hay cargo de conciencia. Según recuerda el diario “El País”, el presidente galo señala al respecto: “No veo dónde está la polémica. Esto no le cuesta nada a los contribuyentes”.
En la mayor parte de Estados no hay regulación clara en este tema. Pero hay países en los que se aplica una política de tolerancia cero en lo que respecta a regalos a altos cargos. En este ránking el mejor puesto es ocupado por Dinamarca, el país menos corrupto del mundo, según Transparencia Internacional.
La ley danesa sobre la función pública solo permite recibir regalos de cortesía y protocolo como “una tableta de chocolate, un libro, o una botella de vino con ocasión del aniversario 25 de servicio público de un determinado empleado”. Así consta en el código ético de la Autoridad del Empleo Público danesa, disponible en su página web, texto a partir del cual cada entidad pública desarrolla su propio pliego con normas de conducta. En general, los funcionarios daneses no pueden recibir obsequios valorados en más de 50 euros.
Pero parece que la epidemia de las polémicas por los regalos deja a pocos indemnes. En Alemania, el socialdemócrata Gerhard Glogowski perdió el cargo de ministro de la Presidencia del Estado de Baja Sajonia al conocerse que un empresario local le pagó su fiesta de boda y su viaje de luna de miel. Y el ex canciller Helmut Kohl tuvo que responder a preguntas de la prensa y a una amenaza de procesamiento por haber volado gratis al menos seis veces a destinos como Italia y Austria.
LOS TERNOS ESPAÑOLES
En España, por unos ternos de media tabla el presidente de la Comunidad Autónoma de Valencia, Francisco Camps —Partido Popular, PP—, podría perder el cargo.
Hace un par de meses el famoso juez Baltasar Garzón inició una investigación sobre presunta corrupción de directivos del PP. Al parecer, recibieron dinero y regalos de diversa envergadura a cambio de contratos para realizar ferias.
Entre estos presuntos sobornos es especialmente llamativa la acusación de que Camps, un poderoso “barón” del PP, habría concedido contratos a cambio de regalos de medio pelo. Entre estos obsequios figuran ternos de Milano, una marca dirigida a la clase media que no se estila usar entre los altos cargos del PP, que suelen vestir de Armani.
Resulta curioso, además, si se considera que Camps gana unos 100.000 euros anuales y que posee un destacable patrimonio familiar. ¿Se habrá ensuciado las manos por tan “poco”? Escandalosa es la transcripción de una llamada telefónica en la que Camps explícitamente agradece haber recibido regalos en una conversación con uno de los encarcelados por la trama de corrupción, Álvaro Pérez, alias “El Bigotes”.
El tono de la conversación evidencia un “compadreo cutre”. Y en ella incluso interviene la esposa de Camps, Isabel, para agradecer “el suyo”, su regalo, con el que, le dice al interlocutor, se “ha pasado 20 pueblos”, es decir, ha exagerado mucho por la cuantía del obsequio. Queda claro que incluso la hija del matrimonio recibió su correspondiente presente.
Ricardo Costa, portavoz del PP en las Cortes Valencianas, también habría recibido ternos de Milano. Esta semana Camps y Costa han sido citados como imputados para declarar el martes ante el Tribunal Superior de Justicia de Valencia.
UN BUEN EJEMPLO
Como el hecho de recibir regalos en el ámbito del sector público no está regulado legalmente en países como España —siempre y cuando no se demuestre judicialmente que se trata de un soborno— cada funcionario decide qué hacer al respecto.
Un alto cargo de una región española da el ejemplo. Cada diciembre coloca en una mesa los múltiples regalos navideños que le envían, valorados en cuantías que van desde 200 euros hasta 1.500 euros, entre plumas estilográficas y botellas de champán. Luego invita a los trabajadores de la entidad que dirige y dispone que elijan el regalo que más les guste. Los trabajadores pasan a elegir en orden de tal forma que empieza el que gana el sueldo más bajo y termina el que percibe el salario mayor. El alto cargo citado es el único que se va a casa con las manos vacías pero la conciencia tranquila.
Gastos personales con dinero público
En el Reino Unido, el escándalo ético en boga no tiene que ver con regalos externos sino con regalías que los políticos se conceden por su cuenta —o que son autorizadas por sus superiores— para unos discutibles gastos personales.
Esta semana, el primer ministro Gordon Brown tuvo que pedir disculpas en nombre de la clase política de su país en medio de una tormenta mediática.
Sucede que la prensa británica, con el “Daily Telegraph” a la cabeza, ha difundido que los ministros han seguido la costumbre de comprarse hasta los electrodomésticos de sus viviendas con presupuesto público. La ley permite que los parlamentarios reformen con dinero público su segunda vivienda cuando viven fuera de Londres hasta por un monto anual de 26.500 euros, algo que han hecho incluso quienes viven a las afueras de la capital.
La ley lo permite, pero todo indica que los políticos han abusado de un margen legal un tanto amplio y ambiguo.
El líder conservador David Cameron ha señalado que “los cargos elegidos no solo tienen que ajustarse a la ley y a las normas, también tienen que actuar con los más altos estándares éticos”. En una línea similar, Michael Martin, líder de los Comunes, ha añadido: “Trabajar de acuerdo con las reglas no es lo único que se espera de los honorables miembros. Es importante que se imponga también el espíritu de lo que es correcto”.
EL DATO
Mayoría en contra
Según una encuesta on line del diario “El País”, el 90% de las más de 6.000 personas que respondieron opina que se debería prohibir que los políticos reciban regalos fuera del entorno familiar.